París I : El zulo
Nas a todos. Feliz año, o "Bonne année", como se suele decir en La France.
París. Una de las ciudades más emblemáticas y elegantes que existen. El arte desenfrenado por doquier, la gran simetría de los elementos, la belleza de lo concentrado y lo recargado,... y un cuchitril de seis metros cuadrados para catorce individuos, por no decir un zulo para cobayas...
Mi viaje a París ya estaba planeado desde el verano. Es sorprendente el montón de ofertas de vuelos baratos que hoy en día te puedes encontrar por la red en época de temporada baja. Se trata de nuevas compañías dedicadas al pasaje turista que, recortando presupuestos por aquí y por allá, acaban ofertando unas tarifas muy reducidas y bastante asequibles(hasta que pasa lo que pasa, véase el caso de AirMadrid). Esto es algo que mueve a muchos a visitar otros paises y ciudades del globo, sobretodo en fechas claves como puede ser el fin de año.
Lo malo de esto es que si no dispones de mucho dinero y crees que, porque el billete de avión te lo han regalado como el que dice, no vas a tener que gastarte mucho más, estás muy equivocado.
Para empezar, si vas en fín de año a París tienes que saber que vas a pasar mucho frío y que necesitas algún sitio donde parar. El pretexto estaba muy claro: agua caliente, calefacción y cama; lo más barato para seis dias. La mejor opción era un yough hostel, el más barato que encontramos.
Al principio te esperas de todo: suciedad, bichos, que no hubiera agua caliente, que tuvieramos que dormir en el suelo. Lo que nunca llegas a sospechar es que en un espacio tan reducido puedan caber tantas cosas.
La situación cuando llegamos tenía su gracia. Todos por alguna razón recelábamos del sitio donde nos habiamos metido. Y no era para menos. En seis metros cuadrados, en lo que parecía ser el reducto de lo que fue antes un pequeño almacén, se veían seis literas con apenas un canto de separación entre cada una de ellas, colocadas a lo largo del habitáculo. Un pequeño pasillo de medio metro, y otra litera que flanqueaba el paso a la derecha, y hacía que el pasillo a continuación de la entrada fuera cada vez más estrecho. Al lado de esta litera estaba el baño donde difícilmente cabía una persona.
Durante algunos minutos a todos se nos paso por la cabeza el plantearnos por qué coño habríamos salido de nuestras casas para meternos en tal cuchitril. Algunos incluso, pensaron en largarse a otro sitio, pero eso era imposible porque ya habíamos pagado.
A mí particularmente, no me supuso ningún problema casi nada. Había agua caliente, camas, calefacción,..., bueno la verdad es que el espacio era muy reducido, pero al final acabas acostumbrándote. La única cosa que al principio me mosqueaba, era el hecho de estar en la misma habitación con siete personas que no conoces de nada(éramos siete, más los que ya habían para completar). Desde un principio pensaba que esto de los yough hostels iba por alquiler de habitación, y no de plazas; Y claro, llegar y encontrarte a la peña durmiendo en tu habitación pues, ...resulta chocante en un principio.
Al día siguiente cambió la cosa radicalmente. Conocimos a dos hermanos mejicanos que se hicieron amigos nuestros y desde ese momento nos hicimos con la habitación. Yo me encargaba de hacer mis visitas nocturnas al patio de reunión en las que intercambiaba, además de cigarros y copas de blue-wine(vino caliente), algunas experiencias con noruegas y alemanas. Llegó un momento en el que ya conocía a casi todo el vecindario. Ehem, el vicio es el vicio, jeje.
¡Qué noches! Buah! Lo acabamos pasando en grande. Teníamos que ser los españoles los que patentaramos el botellón en los albergues parisinos. En éstos estaba prohibido el consumo de alcohol, pero entre noche y noche nos bebiamos las botellas de cacique y whisky como cocacolas.
A los vecinos de cama no hispanohablantes, les poniamos nombres españoles para referirnos a ellos hablando entre nosotros. A mi vecino de litera, le pusimos Manolo, a otra le pusimos Isabel. Ésta última se fue el primer día y llego otra chica que ocupaba su lugar a la cual siguiendo el patrón de sucesión la llamamos Isabel II.
La mayoría eran yankis y noruegas(no veas las noruegas). Éstos se marcaban sus fiestecillas a lo American Pie. Un día, después de una de ellas, nos encontramos a Manolo en el cuarto de baño seco como una mohama, el cual se había quedado dormido mientras cagaba. Y la cosa no quedó ahí; tras despertarlo le entraron ganas de potar y bueno,...; Nada, estos Yankis que no saben beber.
Sin duda acabó siendo una estancia genial, junto con todo lo que vivimos y experimentamos fuera, en la ciudad de París...
De momento lo dejo aquí. Ya seguiré contando mis andanzas en este viaje.
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