Mentiras y engaños

El cerebro se encarga de borrar de la memoria la apariencia que teníamos de jóvenes, para que nuestro rostro envejecido nos parezca normal cuando nos miremos al espejo por la mañana. De igual modo, consigue que una pena que un día nos pareció intensa, en dos años nos duela una tercera parte. Necesitamos del engaño para sobrevivir...

Si se pregunta a un español cómo está, la mayoría responde "muy bien". El ochenta y cinco por ciento declara sentirse feliz. Sin embargo, la cifra de deprimidos va en aumento hasta superar ya los cuatro millones.
¿Disumulan? ¿Mienten? ¿O son víctimas de los engaños del cerebro?
Algunas ramas del pensamiento definen al embustero como aquel que tiene un espejo dentro de la mente en el que se mira la verdad. Los mentirosos se reconocen enseguida y tienen fácil conversación. Compartir unas de mis noches de insomnio con aquel hombre resultó además apasionante.

Se presentó como experto en el renacimiento español, y yo le dije que era conductor de trenes... bueno, improvisé. El caso es que durante horas hablamos de Santa Teresa, San Juan de la Cruz, Cervantes... Cuando nos despedimos estaba ebrio de copas y datos.

Recorrí el madrid de los austrias pensando en aquellos intelectuales para los que la melancolía era el estado que gozaban y sufrían los hombres extraordinarios. Se trataba de una tristeza ilustrada que separaba al monarca de las intrigas de la corte. Lo llamaban "la melancolía española". Un engominado simulacro que defendía la dicha de ser desdichado.

Me divierten las coincidencias, y aquel era el final más adecuado para mi fugaz estancia en Madrid.

Feliz vida loca