13 mayo 2007

Realidad

Te huele la camiseta. Sólo es el olor de tus axilas sudorosas de aquellos días de calor mezclado con el olor del suavizante y del desodorante. ¿Sabías que depilándote las axilas puedes llevar una camiseta un día entero y ponértela al día siguiente sin que huelas a nada?

Tienes ropa que comprar. La barra de tu armario forma una parábola y los cajones de los calzoncillos están a rebosar. Te compras ese pantalón que tan bien te sienta y esa camiseta a rayas negras que tanto le gusta a esa rubia amiga tuya. Es sábado por la tarde, te duchas, te afeitas y ya aprovechas para perfilarte las patillas acabando por la perilla. Te engominas el pelo dándote ese toque despeinado y de efecto mojado. After shave, medio tarro de perfume y como no, desodorante. ¿Llevas condones? ¿Dinero? Importante.

Domingo por la mañana. Te levantas hecho un asco. No juras que ya no beberás más porque sabes que la semana siguiente lo volverás a hacer. Lo primero que piensas es que la próxima vez mejor no me tomo ese último cubata que me sentó como un tiro.

Vuelves a la realidad.

Mientras te cepillas los dientes recuerdas la estúpida conversación con aquella chica maciza de la discoteca.

Musica a todo volumen.

-Hola ¿de donde eres? -preguntas-
-De aquí.
-Ahm. -cara de gilipollas-

Pausa. Si no tienes nada que decir, no digas nada, ni siquiera obviedades.

-Está bien este sitio.
-Sí

Pausa, cambio de disco. La chica te ignora pero se da cuenta de que aún sigues encañonándola.
Sigue bailando con sus amigas. Te lanzas de nuevo, esta vez más decidido:

-¿Te apetece tomar una copa?
-No gracias. Acabo de tomarme una cocacola.

O bien la diva no había captado la indirecta o bien te estaba insinuando discretamente que esa noche no necesitaba más compañía que la que ya tenía. Por como te miró dedujiste que iba a ser lo segundo.

Por lo general, las chicas macizas de hoy evitan en todo lo posible a una cierta especie de la familia de las testosteronadae, conocida por su peculiar instinto para perpetuar la especie. Este consiste en el acercamiento y la seducción. Sus ritos de cortejo se basan en cacareos y danzas sin sentido alrededor de la hembra.

Sí, eres tu. Lo único que querías esa noche era echar un polvo. Todo lo demás era puro sucedáneo.
Las conversaciones interesantes no suelen sucederse en una discoteca.
Ya no recuerdas su nombre.

Vuelves a la realidad.

Te huele la camiseta. Sólo es el olor de tus axilas sudorosas mezclado con el olor del tabaco y del vómito de la noche anterior.

Vas a darte una ducha y a pensar un poco en todo. En tu vida, en tus problemas, en ti mismo. Pero no puedes pensar. No quieres pensar.

El agua caliente, evaporándose, cae sobre tu cabeza. Te inunda una gran calma. Una tranquilidad y una paz casi poéticas. Todo se disuelve, todo se apaga, todo...

...

-¿Quién soy?

-¿Dónde estoy?

Bienvenido a la realidad.

delicous menéame

1 comentario:

Chensio dijo...

vaya!! que buen texto! ejeje

no suelo leer parrafadas pero con esta lo hice!

jejej, te encontre buscando informacion de Frank Miller! que grande! jeje

saludos!