23 diciembre 2008

Curar el alma a través de los sentidos

Mientras subía apresuradamente los tres peldaños desvencijados, llegó hasta él un fuerte olor a opio. Lanzó un profundo suspiro y las aletas de su nariz vibraron de placer [ .. ]
Dorian se estremeció y miró a su alrededor las figuras grotescas que yacían en extrañas posturas sobre harapientos colchones. Los miembros torcidos, las bocas abiertas, la mirada fija y sin brillo le fascinaban. Sabía en qué extraños cielos estaban sufriendo y qué sombríos infiernos les enseñaban el secreto de un nuevo goce. Estaban mejor que él. Él era prisionero del pensamiento. La memoria, como una horrible dolencia, se estaba cebando en su alma. De cuando en cuando le parecía ver los ojos de Basil mirándole. Sin embargo, no podía quedarse allí. La presencia de Adrian Singleton le turbaba. Necesitaba estar en algún sitio donde nadie le conociera. Necesitaba escapar de sí mismo.

El retrato de Dorian Gray (Oscar Wilde)

delicous menéame

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